UN PUEBLO HUÉRFANO
Hace poco más de 500 años, cuando la expedición de Juan de Grijalva sondeó las costas de Veracruz, en 1518, una de las vistas que más impresionó a los españoles fue la de la isla que nombraron como ‘de Sacrificios’, pues a su llegada contemplaron la forma en que se realizaba dicho ritual, el cual de inmediato calificaron como bárbaro y sanguinario.
Cuando los españoles llegaron a México, se encontraron con una civilización que tenía una religión muy diferente de la cristiana. Lo que más impactó a los conquistadores fue la poderosa religión estatal que rendía culto a las principales divinidades indígenas a través de sacrificios humanos que eran acompañados de diversos ritos. De acuerdo con su mentalidad de hombres europeos del siglo XVI, la entendieron como una religión demoníaca y se propusieron su completa destrucción, así como extirpar toda forma de idolatría.

El día 1 Serpiente del Año 3 Casa, equivalente al 13 de agosto de 1521 fiesta de San Hipólito, el mundo indio con toda su cultura y valores, el llamado “Quinto Sol”, se puso para siempre pese a los torrentes de sangre ofrendados durante décadas para alimentarlo. La posterior muerte del emperador azteca contribuyó a que esta sociedad perdiera la confianza en sus dioses: con la muerte de Moctezuma, no sólo desaparecía el Jefe del Estado, sino también el protector de los Hijos del Sol.
Con el triunfo militar sobre México Tenochtitlán se llevó a cabo inmediatamente una destrucciónsistemática de todo lo que tuviera que ver con la religión azteca. Los españoles –salvo rarasexcepciones en algunos frailes franciscanos que empezaron su labor de evangelización– no fueroncapaces de reconocer en el pueblo vencido, la riqueza y los valores de su civilización. En muy pocotiempo México Tenochtitlán quedó reducido a ruinas y humillación.
Lo peor para los sobrevivientes no consistía enhaber perdido la guerra, sino en haber perdido elsentido de la vida. El cosmos u orden del mundohabía cambiado. La cosmovisión azteca, centrada yregida por las divinidades, había perdido sufundamento. ¿Dónde estaban los dioses que tantolos habían protegido?
Los habían abandonado a susuerte, les habían dado la espalda, los habíanignorado. Octavio Paz comenta en El laberinto de lasoledad: «El drama de esta conciencia que vederrumbarse todo en torno suyo, y en primertérmino sus dioses, creadores de la grandeza de supueblo. (…) Cuauhtémoc y su pueblo mueren solos,abandonados de amigos, aliados, vasallos y dioses.En la orfandad.»

A la caída del imperio azteca sigue una depresión existencial en sus sobrevivientes y una búsqueda de identidad y de razones que permitan seguir viviendo en ese mundo de caos y de confusión. Ángel María Garibay y Miguel León-Portilla recopilan algunos poemas de aquellos años que siguieron a la derrota. El
primero sería escrito menos de dos años después de la conquista y así se expresa:
“Llorad, amigos míos, tened entendido que con estos hechos hemos perdido la nación mexícatl. ¡El agua se ha acedado, se acedó la comida! Esto es lo que ha hecho el dador de vida en Tlatelolco.”
En medio de esta situación, de esta orfandad psicológica, espiritual, vital, el mensaje del evangelio no calaba entre los indígenas. Muchos preferían la muerte a adoptar una religión “sin raíz, sin fundamento”, ya que para ellos, sólo lo que tenía origen en sus ancestros lo consideraban verdadero.
La táctica principal que comenzaron a utilizar los frailes para conseguir que los indígenas se convirtieranal cristianismo, era sacar a los jovencitos de las familias indias, adoctrinarlos lejos de ellas y después devolverlos, porque “jamás podremos hacerles conocer de veras a Dios, mientras de raíz no les hubiéremos tirado todo lo que huele a la vieja religión de sus antepasados” (Fray Diego Durán, Historiade las Indias.) Esto, que siempre fue en completa buena fe, lo consideraron entonces amor a los indios, puesto que urgía arrancarlos de las garras del Demonio y “forzarlos a entrar” al rebaño de Cristo; pero podemos imaginar la puñalada que para su urdimbre social significó que sus propios hijos, al resguardo de las espadas españolas, minasen y derruyesen la base misma de la familia mexicana: el respeto sacrosanto a la autoridad y lealtades de sus mayores: “No hay gente en el mundo ni ha habido, que con más temor y reverencia honrase a sus mayores que ésta, y así a los que irreverenciaban a los viejos, padres y madres les costaba la vida. Y así lo que esta gente encarga a sus hijos y les enseñaba era reverenciar a los ancianos de todo género, dignidad y condición que fuesen”. (Fray Diego Durán, Historiade las Indias)

Es cierto que la gracia sobrenatural de Dios podía ayudar a algunos privilegiados -como sin duda fueJuan Diego entre otros-, a superar todas las torpezas en la presentación de su mensaje y convertirse a Él sinceramente, pero para la gran masa del pueblo indio, esa conversión era ni más ni menos que renegar de sí mismos: “negar a sus dioses y ley de sus antepasados, y con todo y estar abrumados por mil calamidades, apaleados y tímidos, eran demasiados conscientes de su dignidad y grandeza para renegar de ellas, y, como sentían que las habían perdido para siempre, preferían morir a dejar de ser indios”. Es poco conocida esta oposición explícita en el terreno ideológico, a su conquista espiritual, pero así sucedió y quedó recogido en muchos testimonios de la época.
Por eso, era muy necesario que Dios mismo interviniese con su fantástica pedagogía, como pidió el propio obispo Zumárraga en la famosa carta enviada al Emperador Carlos V en agosto de 1529. Sin la ayuda directa de Dios, iba a ser muy difícil que se produjera una correcta evangelización y que se sentaran las bases de lo que sería una nueva sociedad tanto en el terreno espiritual como en lo que se refiere al ordenamiento civil y social.
¿Y por qué la Virgen eligió aparecerse en el Tepeyac? En ese cerro se adoraba desde antaño a una diosa, la Tonantzin, que significa nuestra madre venerada, nuestra madrecita. Eran numerosas las peregrinaciones y las ofrendas que a ella le hacían, pero ésta también había quedado sorda y muda a las súplicas de sus hijos, tras la caída de Tenochtitlan. Es más, el mismo Capitán General Hernán Cortés, destruyó los ídolos de la colina del Tepeyac, incluyendo a la Tonantzin y borrando el antiguo y “diabólico” culto idolátrico.
Quizás la Virgen María quiso rescatar ese estado de orfandad y abandono que tenían los indígenas, y mostrarse justo en este monte para dar un nuevo y verdadero significado a la veneración que allí tenía lugar. Igual que hizo a través de los mensajes codificados en la tilma, el sitio elegido va a ser también sublimado. Ahora sí quiere estar presente en él la que es Verdadera Madre, no de piedra, sino de carne y hueso. Y no sólo madre nuestra, sino Madre del Verdaderísimo Dios por quien se vive. Además de recuperar y restaurar el lugar en donde los indígenas sentían el amor maternal de su divinidad, Ella les va a decir “yo me honro en ser tu madre compasiva, tuya y de todos los hombres que vivís juntos en esta tierra, y también de todas las demás variadas estirpes de hombres, los que me amen; los que me llamen, los que me busquen, los que confíen en mí.”
Sabiendo de ese sufrimiento interior, de ese sentimiento de abandono maternal, justo le dedica estas palabras a Juan Diego, que adquieren un significado mayor cuando entendemos la situación psicológica por la que estaba atravesando este pueblo dejado de sus dioses: “Porque ahí, en verdad, escucharé su llanto, su tristeza, para remediar, para curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores” La Virgen quiere que se construya una casita sagrada para que sea el nuevo hogar de sus hijos: indígenas y españoles, en donde Ella sea la Madre que nos cuide y nos eduque en este momento tan importante de la Historia.
El mensaje recibido en 1531 de manos de María vino a cambiar el destino del pueblo derrotado, convirtiéndose en germen de lo que hoy conocemos como México. El mensaje guadalupano está en elorigen de la nueva nación mestiza. En muy poco tiempo, después de las apariciones, el Tepeyac se convirtió en el centro de peregrinación y de devoción mariana más grande de México, y posteriormente en uno de los más importantes a nivel mundial.
En el Tepeyac se produce un nuevo Génesis, una nueva creación, una nueva humanidad cuyo rostro es el representado por la mestiza Virgen María de Guadalupe.

Puntos importantes
Las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac en 1531, marcan un antes y un después en la historia de la búsqueda de justicia, y al mismo tiempo de identidad, de la nación mexicana. No se trata tan sólo de un acontecimiento religioso, sino también político, social y cultural.
Octavio Paz dice en el prefacio al libro de Jacques Lafaye, Quetzalcóatl y Guadalupe. La formación de la conciencia nacional (1974): “Guadalupe, en cambio, cautivó el corazón y la imaginación de todos. (…). La fiesta de Guadalupe, el 12 de diciembre, es todavía la fiesta por excelencia, la fecha central del calendario emocional del pueblo mexicano”
Con la llegada de la Virgen de Guadalupe se instaura una armonía nueva en la cosmovisión del mexicano. Ella no es sólo un “paño de lágrimas” que viene a enjugar rostros sufrientes, sino que viene a devolverles un “rostro” (mixtzin) y un “corazón” (moyollotzin) a los habitantes de estas tierras, a darles dignidad. Rostro y corazón, palabras que significan el descubrir la propia personalidad, una identidad propia, en la cultura indígena.
Glosario
Mestizo:
Término que se refiere a una persona que es hija de padres de razas diferentes, especialmente de un hombre blanco y una mujer indígena, o de un hombre indígena y una mujer blanca. En América, la mayoría de la población es mestiza debido a la mezcla genética entre indígenas,
europeos y africanos que se produjo a partir del siglo XVI.
Isla de Sacrificios:
Es una isla mexicana que se localiza en el golfo de México, muy cerca del puerto de Veracruz. Bernal Díaz del Castillo describe así su llegada a la isla:
“Y yendo más adelante vimos otra isla algo mayor que las demás, y estaría de tierra obra de legua y media, y allí enfrente de ella había buen surgidero. Y mandó el general que surgiésemos. Y echados los botes en el agua, fue Juan de Grijalva, con muchos de nosotros los soldados, a ver la isleta, porque había humos en ella, y hallamos dos casas hechas de cal y canto, bien labradas, y en cada casa unas gradas, por donde subían a unos como altares, y en aquellos altares tenían unos ídolos de malas figuras, que eran sus dioses. Y allí hallamos sacrificados de aquella noche cinco indios, y estaban abiertos por los pechos y cortados los brazos y los muslos, y las paredes de las casas llenas de sangre. De todo lo cual nos admiramos en gran manera, y pusimos nombre a esta isleta de Sacrificios, y así está en las cartas de marear”.
