RELIGIOSIDAD DEL PUEBLO INDÍGENA ANTES DE LA CONQUISTA
Gracias al maravilloso trabajo de recopilación que hizo Bernardino de Sahagún, uno de los primeros frailes franciscanos en llegar a México, podemos conocer todos los detalles acerca de la religiosidad de estos indígenas, así como sus usos y costumbres.
Acercarnos al conocimiento de la religiosidad y cosmovisión aztecas o mexicas, nos va a proporcionar un contexto y un conocimiento más profundo del mensaje de la Virgen de Guadalupe, ya que Ella se aparece a un indígena y le dice que es necesario que sea a través de él que se difunda su mensaje. La evangelización y cristianización de México debe tener como protagonista a uno de ellos, Juan Diego que, aunque era chichimeca, formaba parte de esta mezcolanza de pueblos indígenas que habitaban la región.
Los mexicas y los aztecas son dos términos relacionados con la historia de México. Mientras que los españoles llamaron Mexicas a los indígenas de Ciudad de México, más tarde se utilizó el término aztecas por los historiadores hispanohablantes. La diferencia entre los términos «Mexica» y «Azteca» es en gran medida una cuestión de terminología y uso en diferentes contextos, más que una distinción entre diferentes pueblos o culturas.
Por lo tanto, aunque «Azteca» es el término más comúnmente utilizado en contextos generales y en la literatura popular, «mexica» es más preciso desde una perspectiva histórica y etnográfica. Sin embargo, en la práctica, ambos términos se usan a menudo de manera intercambiable para referirse a la misma civilización.
Su mitología cuenta que estos indígenas salieron de Aztlán, cuando su dios Huitzilopochtli les ordenó que fundaran su reino en donde hubiera un águila devorando una serpiente parada sobre un nopal. Después de cientos de años de peregrinar, encontraron finalmente esa señal, y sobre un precario islote fundaron la ciudad de México Tenochtitlan en 1325, ubicada en la zona del lago Texcoco.
En ese lugar se encontraron con otros pueblos y contra ellos lucharon por la obtención de las mejores tierras y por el control político de la región. A los pocos años dominaron a todos sus vecinos y establecieron un imperio que impuso su predominio en toda la zona. La expansión azteca se basaba principalmente en el poderío de su ejército. En esta sociedad también había esclavos que en su mayoría eran prisioneros de guerra. Muchas de las ciudades conquistadas, a pesar de tener que entregarles tributo a los aztecas, conservaban sus propias autoridades. Las rebeliones de los pueblos sometidos fueron frecuentes y muchos de ellos, al producirse la llegada de los españoles, se aliaron con éstos para derrotar a los aztecas.

Los aztecas eran llamados “los Hijos del Sol” porque este era el astro que más veneraban. Para las culturas antiguas de México el sol jugó un papel fundamental en la concepción del mundo. Dentro de su cosmovisión, creían que Huitzilopochtli los había elegido para mantener vivo al astro rey, alimentándolo con sacrificios humanos, convirtiéndose éstos en una parte fundamental de la religión. La sangre humana, entregada a los dioses, la consideraban como una de las máximas ofrendas que podían hacer para agradecer, pedir bienestar, riqueza y abundancia de alimentos y la sangre, a su vez, era la que hacía que siguiera existiendo ese Sol y, por tanto, la vida.
Contrario a lo que pueda pensarse, el sacrificio entre mexicas (pero también entre los mayas, tlaxcaltecas y la gran mayoría de los pueblos mesoamericanos), era un ejercicio renovador de la vida y las fiestas que celebraban eran una reactualización de estos mitos.
La guerra misma también era sagrada a tal punto que las armas a menudo se diseñaban para tomar prisioneros en vez de matarlos. Tal situación quedó manifiesta en los momentos más álgidos de la guerra entre mexicas y españoles, cuando los primeros intentaban, a toda costa, tomar prisioneros vivos para ofrecerlos en sacrificio.
El Fuego Nuevo era la ceremonia más importante del ciclo ritual de los mexicas. Cada 52 años, durante la constelación de las Pléyades, también llamada Tianquiztli, los mexicas celebraban el Fuego Nuevo en Tenochtitlán. Se trataba de un ritual metafórico de cierre e inicio de ciclo, en donde podía terminar tanto la vida como el mundo. Durante el rito, desechaban las imágenes de sus dioses y todos sus utensilios domésticos y apagaban los fuegos de los hogares y los templos. En esa ciudad, completamente a oscuras, los sacerdotes del fuego salían del Templo Mayor hacia Huixachtlan (cerro de la Estrella), y en la cumbre realizaban una ceremonia para encender un fuego nuevo. El ritual provocaba gran incertidumbre porque se creía que, si el fuego nuevo no se encendía, el mundo se acabaría y las estrellas se convertirían en monstruos que devorarían a la humanidad.
El Fuego Nuevo era la ceremonia más importante del ciclo ritual de los mexicas. Cada 52 años, durante la constelación de las Pléyades, también llamada Tianquiztli, los mexicas celebraban el Fuego Nuevo en Tenochtitlán. Se trataba de un ritual metafórico de cierre e inicio de ciclo, en donde podía terminar tanto la vida como el mundo. Durante el rito, desechaban las imágenes de sus dioses y todos sus utensilios domésticos y apagaban los fuegos de los hogares y los templos. En esa ciudad, completamente a oscuras, los sacerdotes del fuego salían del Templo Mayor hacia Huixachtlan (cerro de la Estrella), y en la cumbre realizaban una ceremonia para encender un fuego nuevo. El ritual provocaba gran incertidumbre porque se creía que, si el fuego nuevo no se encendía, el mundo se acabaría y las estrellas se convertirían en monstruos que devorarían a la humanidad.